El día que lloré en un apartamento de B31J1NG: cómo una iglesia clandest1na cambió mi fe para siempre

ch!n4 fe costosa iglesia cland3stina iglesia global iglesia perseguida May 26, 2025

Todavía recuerdo la tensión en el aire. Las voces bajas, las miradas cautelosas hacia las ventanas cubiertas, la energía nerviosa… y algo más que no pude identificar hasta más tarde. La presencia inconfundible de una fe costosa.

Había llegado a B31J1NG apenas días antes, armada con mi gran conocimiento bíblico y mi típica audacia (causada por tener que constantemente defenderme a mí misma como mujer en México) y, si soy brutalmente honesta, mi arrogancia espiritual. Me consideraba una «persona de la Palabra». Una «maestra». Una «experta».

Pero, mientras me sentaba con las piernas cruzadas en el suelo de ese pequeño apartamento, rodeada de creyentes que arriesgaban su seguridad y podían ser encarceladas o podían perder su empleo por reunirse en esta sala aparentemente ordinaria, me convertí en la estudiante.

El momento en que todo cambió

Sucedió durante su reunión dominical. Sin banda de adoración. Sin sistema de sonido que pudiera alertar a los vecinos. Sin letrero de iglesia ni estacionamiento. Solo eran veintitrés creyentes (lo cual es ilegal) apretados en un espacio destinado para cenas familiares, cantando himnos en voces silenciosas que de alguna manera llevaban más peso que los servicios de adoración más ruidosos que había experimentado.

Una mujer comenzó a orar. Trabajaba como profesora universitaria, arriesgando su carrera cada vez que asistía a esta reunión. Le habían negado promociones múltiples veces una vez que habían descubierto que seguía a Cristo. Su hijo había perdido oportunidades universitarias debido a que se negaba a renunciar a sus creencias.

Y, sin embargo, oraba con una convicción inquebrantable, con una profunda alegría que no podía comprender. «Padre, gracias por el privilegio de ser considerada digna de sufrir deshonra por tu nombre», oró en mandar!n. «¿Qué mayor honor que seguir los pasos de nuestro Salvador?».

Y allí, en ese suelo de apartamento, rodeada de personas que arriesgaban todo para adorar, me quebranté.

Lloré en silencio, con lágrimas corriendo por mi cara. Lloré por mi propia complacencia espiritual. Lloré por los años que había pasado debatiendo minucias teológicas sin desarrollar verdadero valor. Lloré por una fe que parecía fuerte, pero carecía de esta devoción cruda y costosa hacia Cristo.

Lo que ellos tenían que nosotros hemos perdido

Durante las siguientes semanas, entrando y saliendo discretamente de diferentes reuniones en apartamentos por toda la ciudad, observé a estos creyentes de cerca, tratando de entender qué hacía que su fe fuera tan resistente cuando la mía se sentía tan frágil. Esto es lo que descubrí:

Atesoraban las Escrituras como si fuera oxígeno mismo. Estos creyentes memorizaban libros enteros de la Biblia, no como un ejercicio académico, sino como supervivencia. «Pueden llevarse nuestras Biblias», explicó un joven, «pero no pueden llevarse la Palabra escondida en nuestros corazones». Muchos tenían porciones de la Escritura escritas a mano porque las Biblias impresas eran difíciles de obtener (¡incluso en aquellos tiempos!). Vi a un grupo de estudiantes universitarios pasar horas copiando meticulosamente el libro de Romanos a mano y luego intercambiando capítulos para expandir su colección.

Entendían el costo antes de «decidir seguir a Cristo». A diferencia del cristianismo casual al que estaba acostumbrada, donde el compromiso con Cristo fluye y refluye dependiendo de la conveniencia, estos creyentes calculaban el costo antes de identificarse con Jesús. Un líder de iglesia en casa me dijo: «Nos aseguramos de que cada persona entienda lo que seguir a Jesús podría costarles: su educación, su trabajo, sus relaciones familiares, quizás incluso su libertad. Si no están dispuestos a perderlo todo, los animamos a considerar cuidadosamente antes de comprometerse a seguir a Cristo».

Oraban como personas desesperadas, porque lo están. La oración no era una formalidad antes de las comidas o reuniones. Era su línea de vida, su sala de estrategia, su consuelo. Oraban unos por otros con detalles específicos, oraban por funcionarios del gobierno por nombre, y oraban por la iglesia occidental, oraciones que hasta el día de hoy me quebrantan, me animan y me emocionan.

«Oramos para que no sean seducidos por la comodidad», me dijo un anciano. «Oramos para que Dios los mantenga fieles incluso en su libertad, que a veces es la prueba más difícil de todas».

La devastadora pregunta que cambió mi liderazgo

En mi última noche allí (la laoway [extranjera] estaba comenzando a atraer atención no deseada), un joven desarrollador de software brillante, educado en una de las mejores universidades de Ch!na, que había rechazado ofertas lucrativas en el extranjero para servir a la iglesia localmente, me hizo una pregunta que nunca olvidaré.

«Hermana», dijo cuidadosamente, «la iglesia occidental tiene libertad, riquezas de todo tipo, edificios, seminarios, libros, conferencias, todas cosas que nos falta. Sin embargo, escuchamos que la iglesia occidental está disminuyendo mientras que la iglesia ch!na está creciendo a pesar de la persecución. ¿Qué crees que tenemos nosotros que ustedes no?».

Su pregunta no estaba llena de orgullo; era genuina. Y me llegó.

Esa pregunta derrumbó mi alma y aún lo hace hasta el día de hoy. ¿Qué TIENE la iglesia perseguida que nosotros en Occidente no tengamos? ¿Qué sucede cuando la fe no cuesta nada?

He pasado años luchando con esa pregunta. Y aunque no tengo respuestas completas, creo que al menos parte de ello es esto: cuando la fe no cuesta nada, eventualmente se vuelve algo que pensamos carece de valor.

La iglesia clandestina en B31j1ng me mostró que la persecución (y el sufrimiento) no destruye la verdadera fe; la destila, la refina y revela lo que es genuino. Su fe no era teórica.  No era actuación. Era cuestión de vida o muerte, identidad y propósito.

Cómo esto cambió todo para nuestra familia

Esta experiencia sacudió los cimientos de mi fe y del ministerio. Sam y yo egresamos cambiados, alentados, incapaces de volver a nuestros ritmos anteriores del cristianismo conveniente.

Los resultados han sido tanto dolorosos como hermosos. Hemos perdido amigos que encontraron nuestro «nueva fe» demasiado incómoda, demasiado radical. Hemos enfrentado críticas de expertos del ministerio que ven nuestro énfasis en la profundidad sobre los números para Reformadas como estratégicamente defectuoso.

Pero también hemos visto a docenas de creyentes despertarse a una fe más resistente, a una fe que puede soportar los vientos culturales adversos que ahora enfrentamos en nuestros países, fe inspirada por nuestros hermanos y hermanas en la iglesia cland3stina que nunca han tenido el lujo del cristianismo casual.

Tu turno: una pregunta que podría cambiarlo todo

No te comparto esta historia para romantizar la persecución o minimizar el sufrimiento real de los creyentes en naciones restringidas. Pero sí creo que mis hermanos y hermanas Ch1n0s revelaron algo esencial que muchos de nosotros hemos perdido: la comprensión de que la fe auténtica siempre cuesta algo.

Así que te dejo con la pregunta que continúa desafiándome diariamente:

Si seguir a Jesús se volviera ilegal mañana, ¿habría suficiente evidencia de tu fe como para condenarte?

No solo que vas a la iglesia. No solo una(s) Biblia(s) en tu estante. Sino el tipo de fe viva, vibrante y transformadora que presencié en ese apartamento, ¿una fe por la que vale la pena arriesgarlo todo?

Todavía estoy aprendiendo lo que esto significa en un contexto occidental donde los desafíos contra la fe suelen ser más sutiles: comodidades, distracciones y apatía en lugar de persecución abierta. No lo tengo resuelto. Pero sé esto: ese suelo de ese apartamento fue tierra santa. Fue el lugar en donde Dios comenzó a desmantelar mi cristianismo cómodo para reconstruir algo más auténtico.

Y nunca he estado más agradecida por haber sido tan quebrantada.

¿Has encontrado creyentes de la iglesia perseguida cuya fe desafió o transformó la tuya? Comparte tu historia en los comentarios. Todos estamos aprendiendo juntos.

P.D.: Si estás luchando con cómo desarrollar una fe que resiste en una cultura orientada a la comodidad, descarga nuestro recurso gratuito. Está en el menú bajo «Descarga gratis».